©Josefa Gout
El campeón del Abierto de Houston del PGA Tour cuenta en su equipo con dos incondicionales.
Carlos Ortiz dio la sorpresa al conseguir su primer título en el PGA Tour y romper una sequía de 42 años para México, “la suma de experiencias, relaciones, situaciones, emociones”, resumió el golfista tapatío al concluir el torneo.
Todo comenzó desde pequeño cuando, impulsado por sus padres, Graciela y Carlos, aprendió a jugar golf en el Country Club de Guadalajara, con la fortuna de tener a un lado a Lorena Ochoa, en ese entonces la número uno del mundo.
Como miembro de la selección mexicana juvenil de golf, llegaron a su vida personajes que lo han acompañado a lo largo de su trayectoria como Eduardo Castiello, caddie de Ortiz, y Santiago Casado, su entrenador.
“Son muchos años de conocer a Carlos. Lo conocí cuando me invitaron al mundial juvenil de capitán. Lo chistoso es que en ese entonces, dos de los cuatro integrantes eran Carlos y El Pollo (Castiello). Cuando entré de coach nacional la relación con Carlos se estrechó al ser él una élite en el golf amateur mexicano”, relata Casado, entrenador de la Selección Mexicana de Golf.
“Carlos me involucró también en la parte individual de su equipo de trabajo y luego coincidió que al terminar la universidad se fue a vivir a Mayakoba para preparar el arranque de su carrera profesional, y yo vivía allá también”.
UN CHICO MUY MADURO
Carlos Ortiz tuvo un maravilloso inicio como profesional y apenas unos meses después de graduarse de la Universidad de North Texas, debutó en el Korn Ferry Tour (entonces web.com), en donde, gracias a tres victorias, obtuvo su tarjeta para el PGA Tour.
Jugó las temporadas 2015 y 2016 en el máximo circuito, pero algunos cambios en su equipo lo relegaron nuevamente a la gira de desarrollo.
“Siempre consideré a Carlos una persona muy madura para su edad. Creo que lo demostró cuando empezó su carrera profesional. Creo que ha ido aprendiendo que el golf te va dando muchos golpes, en diferentes procesos. Y lo vimos con las decisiones que tomó en su momento, cuando cambió de marca de palos, porque eso le costó perder un poco su confianza y lo llevó de regreso al Korn Ferry Tour”, relata Casado.
Durante esa segunda etapa en el Korn Ferry Tour, hubo grandes cambios en la vida de Carlos, tanto dentro como fuera del campo de golf. De tal forma que cuando regresó al PGA Tour en la temporada 2019, Eduardo Castiello, un gran amigo de la infancia, ya era su caddie, además de que regresaba a la PGA como esposo y padre.
“Creo que algo que Carlos ha sabido hacer muy bien es aprender de las buenas decisiones y las malas que ha tomado. Las ha mezclado para tomar mejores decisiones para su futuro y lo más importante es que tiene un balance de vida. Le doy un valor muy grande a su mujer, a Haley, así como a sus papás. Y hoy se suma la estabilidad emocional de sus hijas”, menciona Casado, quien lo acompañó durante las cuatro rondas en el Houston Open.
COMPARTIERON CASA
Carlos Ortiz, que siempre mantuvo una estrecha relación con Santiago Casado, le pidió que viajara con él a la gira con la idea de trabajar a largo plazo en fortalecerse mentalemente.
“Nos quedamos él y yo en una casa. Al final estamos en una etapa en la que lo importante es estar con tu gente cercana. Tomamos esa decisión y la verdad es que le ayudó mucho a estar tranquilo. Básicamente, desayunábamos, comíamos y cenábamos ahí, todo era desde la casa al campo. Nos pusimos unas metas muy claras para la semana, que obviamente no iban ligadas al resultado, eran más metas a largo plazo”.
Sin embargo, las pláticas entre Casado y Ortiz antes del Abierto de Houston dieron un giro la noche del viernes cuando apareció en la ecuación la posibilidad de ganar. Ortiz terminó ese día a dos golpes del primer sitio y todo el discurso cambió. En la ronda del sábado, Ortiz recortó distancias para iniciar la última ronda un golpe detrás del líder.
“Para la noche del sábado no se salió de su rutina, hicimos exactamente lo mismo de siempre. Llegó Carlos Rodríguez, su mánager, que para él fue muy importante, porque tenía tiempo sin verlo. Comimos con él, con El Pollo y no se habló nada de golf para que estuviera calmado. Y al día siguiente, en el hoyo tres, la sorpresa fue cuando vio que llegó su esposa, pues creo que también le ayudó a enriquecer la confianza que traía durante la semana”, menciona Casado. (iM-rrc)